8 de octubre de 2009

¿Un domingo cualquiera?

Este domingo pasado recuperábamos la bici tras el Festibike y dos semanas de parón provocadas por el trabajo y la berrea. Nando no salía porque tenía la burra en el mecánico, así que Dani y yo nos propusimos hacer una ruta chorra para rodar un poco. Lo pensé y creo que incluso se lo comenté a Daniel: esta ruta no iba a pasar a los anales de ningún blog después de la últimas convocatorias.

Salimos del barrio, tarde porque me quedé dormido, Camino de Congosto, cruzamos el Manzanares y tiramos hacia el Cerro de los Ángeles. Primer aviso, al pasar el linde que separa el camino del pinar paso por la pinocha suelta, la rueda delantera se clava en la arena y en mitad del paso caigo. Apenas suelto ni los pedales así que le comento a Dani que no cuenta como caída. Coronamos no sin mucho esfuerzo de nuevo (una rampa de más de 20 %) y la bajada la enfilamos hacia el polígono de Pinto. Cruzamos el Arroyo Culebro con el fin de ascender a la Marañosa por el oeste, donde el vertedero de Pinto. El camino que no conocíamos estaba lleno de pedruscos, pero al final cruzamos el carril bici de San Martín. Nos adentramos en el pinar de la Marañosa, y eso que no para de subir. Menos mal que ese tramo mola y acaba ya en una bajada.

Antes de la última curva le grito a Dani que por dónde tiramos. Tenemos dos opciones: la que conocemos consiste en bajar una curva muy pronunciada y de gran pendiente, y para no arriesgar hacerla recta, parar, retroceder unos metros y tomar un camino que baja recto y con pendiente constante hasta la base del cerro; la variante nueva es proseguir por ese camino que tomas saliendo de la curva maldita. Como somos unos intrépidos pues nos lanzamos por la cuesta con mucho cuidado ya que la pendiente es exagerada. Ya enfilados por el nuevo camino doy unos metros a mi compañero para dejarme caer tras él en veloz descenso. Un primer badén me hace pensar que el camino puede ser divertido, y llevando a alguien por delante, seguro. Pero el siguiente badén lo tomo con demasiada velocidad, descolocado por dudar si saltar o no. El suelo de repente desaparece y hago un vuelo de unos metros en los que no controlo la bici. Evidentemente caigo con todo mi peso sobre la rueda delantera, la suspensión resopla, se hunde y salgo por delante del manillar. Todo mi peso cae sobre mi hombro izquierdo ("CRAC!" suena en el oído como si un auricular tuviera), de seguido un fuerte golpe en el casco, la espalda, la pierna, el brazo, ya soy una croqueta. Instintivamente llamo a gritos a Dani para que sepa que me había comido el suelo. Él estaba esperando porque había visto la mala pinta del badén. Ante la polvareda corre a mi posición y encuentra a un muñeco "gritando durante ocho segundos, y solo descansando para respirar".

Cuando llega yo ya había comprobado que no tenía daño ni en el cuello ni en la espalda ni en las piernas, porque las podía mover. Pero mi brazo izquierdo no respondía. Me movió el hombro para comprobar si se había salido, no me dolía pero por mi mismo no lo podía mover. Inmóvil en el suelo mientras Dani llama a Nando para que nos venga a buscar, no sé ni qué hacer. Llega otro ciclista que se preocupa por mi estado, pero más no se puede hacer. Sólo levantarme, con mucho esfuerzo y comprobar que la clavícula tiene una depresión que antes no tenía.

Empujé la bici unos metros descendiendo lo que quedaba de camino (madre mía qué camino) y el resto la llevó Dani. En ese momento me separé de la bici, hasta más ver, posiblemente ya en el 2010.

¡Madre mía qué hostia!

26 de septiembre de 2009

Maratón Festibike 2009

Como bien indica el amigo Fernando en su crónica, todo empezó en Febrero de este año en la fallida Marcha de Valdemorillo, suspendida por la nieve y “recompensada” con la asistencia al Festibike.

aerea festibike2

Así pues a mitad de verano recordamos la cita del 19 de septiembre en la Maraton del Festibike. El estado de forma no es el mejor en aquellos días y me planteo hacer la mitad de la carrera, llegar hasta El Escorial o así y abandonar. Con esa idea hice una mínima preparación con salidas de 30-40 km hasta alcanzar un mínimo ritmo que hiciera del evento algo atractivo. Pero llegando a la fecha me veo capaz de hacer más de 30 km, y la idea de llegar a Valdemorillo se hace atractiva, la preocupación, cómo vuelvo a las Rozas. Así que animado por Nando vamos a lo que surja y según nos sintamos.   DSC06666 Llegados a la zona de salida recogemos los dorsales, la mochililla y la cámara que regalan. Nos colocamos el chip, preparamos la burra y hacia la salida, nos juntamos con Dani y algún que otro biciorejón (Arias, Andrés, Óscar y alguno más que no conocía).  No es que haya participado en muchas carreras, pero seguro que en ninguna he escuchado que dieran la salida metido dentro de un WC químico, jajajaja. Pero no había prisa. Los más de 1.500 participantes hicieron que la salida se prolongara bastante tiempo, y no teníamos prisa. Los biciorejones tiraron a mitad de  grupo y los tres de siempre salieron los últimos junto con los ciclistas de apoyo.

por el 6:40 se nos ve pasar a los tres de rojo

Y al lío, empezamos bajando por las avenidas de Las Rozas, con tráfico cerrado en esta ocasión. A los 4 km primera montonera para acceder al camino. Así iba a ser todo este primer tramo hasta iniciar la subida a Riochico, primer tramo cronometrado. Hemos dejado pasar a todo el pelotón y tiramos porque nos vienen apretando los “monitores de apoyo” y la “moto escoba”. La gente se baja de la bici por la pendiente, pero yo me consigo agarrar al manillar y tirando de riñones hago prácticamente toda la subida, menos la rampa más dura que era un auténtico pedregal con mucha gente subiendo a pie. No me he encontrado mal en la subida, no lo he dado todo claro, pero mucho más rápido no podría haber subido, ni solo. Quedamos en el tercio de los lentos, entre nosotros Dani primero, luego yo (puesto 1.182 con un tiempo de 35:36) y después Nando.

20092009_017 20092009_015

Un paupérrimo avituallamiento líquido (agua) y bajamos por Colmenarejo hasta el Emblase de Valmayor. Aquí la ruta se hace espectacular, por senderos escurridizos escondidos en los robledales de las orillas del embalse. Un continuo serpentear muy divertido aunque en alguna ocasión nos tenemos que detener por la acumulación de gente. Una vez que salimos del arroyo que alimenta el embalse, cruzamos el tren y nos dirigimos por pista hacia El Escorial. La ruta se está haciendo muy amena, de fuerzas no andamos mal, y claro, en el avituallamiento de El Escorial decidimos continuar.

20092009_018

Ahora toca un tramo de carretera, así que con mucho cuidado compartimos calzada con los coches. Nos desviamos hacia Valdemorillo y es una subidita, que en asfalto pues jode. Pero en cuanto coronamos nos desviamos por un camino que nos va a conducir a otra parte del circuito espectacular. Me recordaba a la zona de la Silla de Felipe II, normal porque estamos al lado. Un camino estrecho con granito expuesto que hay que cruzar, teniendo especial cuidado en los tramos en los que la roca presenta inclinación. Nos fiamos fielmente de los tacos de nuestras ruedas, muy emocionante. Pedaleo a ritmo, apretado por los que me precedían por un camino con rocas más pequeñas pero que obligan a prestar atención, con continuos cambios de piñón y plato para afrontar las subidas por las piedras.  En algunos puntos unos fotógrafos nos van inmortalizando. Tan solo hemos podido encontrar éstas:

IMG_6298 IMG_6299 IMG_6320

20092009_021Me reúno con Dani y esperamos a Nando que viene un poco más atrás. Proseguimos pero al poco paramos.  Primera avería, y de lo más extraña. A la burra del compañero Fernando se le ha caído el pasador de la maneta del freno trasero, un auténtico y peligroso drama, hehehe. Con la pericia que nos caracteriza, una allen y una brida solucionamos el problema y tiramos p’alante con cuidado. Pasamos Peralejo y pedaleamos por lo que creemos es parte del recorrido de la Marcha de Valdemorillo, así que nos imaginamos cómo hubiera sido con todo esto nevado, un verdadero y auténtico kaos. En fina, la zona es adehesada, como casi todo el camino desde que pasamos Valmayor, aunque si bien antes íbamos por los límites de las fincas, en esta ocasión parece que circuláramos por medio de una dehesa. Bonito, el camino algo más roto, duro, aún más por los kilómetros. Ya se va notando el cansancio, pero creía que iba a estar mucho peor (qué malo es engañarse).

A lo lejos ya vemos el avituallamiento, que por fin es algo consistente. Como ya somos los rezagados del pelotón y los más necesitados pues parece que nos han reservado lo que en los anteriores avituallamientos no habíamos podido pillar. Vaya que ofrecieron bebida isotónica, media pieza de fruta y barrita energética. Por lo visto, y como en otros eventos del estilo, han tenido problemas con las inscripciones y no-inscripciones. Me planteo abandonar ya, llevamos 45 kilómetros y estoy satisfecho, adémás ofrecen macarrones al que se retira y llevar la bici, pero no me queda muy claro, y al final con ganas y el apoyo de los compañeros continuamos, claro que sí.

En mitad del pueblo veo, aunque no llego a asimilar, el autobús de los que abandonan, hubiera sido la opción correcta, pero siempre está eso de “puedo continuar un poco más a ver qué tal”. Y la realidad aparece en la misma salida del pueblo, oigo rara a la bici, como si rozara algo. A los 100 metros el pinchazo de la rueda delantera se manifiesta. Me pongo a cambiarla con lo que ello, sumado al cansancio, significa. Aparece un señor mayor, pasaba los 75 años, con una bici, se para y me comenta la jugada. Se ofrece a cambiarme la rueda viendo la torpeza que en ese momento llevo, y ya se sabe cómo son de testarudos (y entrañables) las personas a esta edad. Total, que me cambia la cámara (aprovecho a poner la del festibike que es un poco más fina pero válida para 26”) y que al hincharla la bomba no va (por cierto, tengo que pillar una nueva). De nuevo el abuelete se ofrece a hincharla, y yo que me acordaba de la canción de los Porretas (un viejo estando en la obra….síííí tiene usted razón, le decía al viejo y el viejo dando el tostón!), todo funciona mejor con saliva, desde luego. 20092009_026Agradeciendo el acto proseguimos, pero esto ya no es lo mismo, me he enfriado, a pesar de la paliza a hinchar la rueda (eso no se lo dejé al viejo), y me he desmotivado un poco. Pero en fin, no se mira atrás. Con Nando por delante llegamos a la Urbanización Pino Alto. Aquí la ruta, según el papelajo que llevo encima, debe ir bajando hasta la antigua presa del Aulencia. Reconozco el camino por el que ya había estado años atrás, pero en mitad de la bajada nos desviamos, y continuamos bajando. Y bajamos, y bajamos hasta que se hace cansino. Parece mentira que diga yo esto. A parte del cansancio me acompaña un tirón que me dio tras recuperar la marcha en Valdemorillo y un dolor de cabeza que se agrava con los botes de las piedras en la bajada.

Entonces llegamos al lugar crítico. Una encrucijada de caminos donde estaban apostados nuestros amigos de Protección Civil. Si fueran la afición de nuestros equipos estaríamos ante un país sin deporte. Bocata en mano sus comentarios son del estilo “pues anda que no queda, ahora sigues bajando, pero luego subes, y luego vuelves a subir, y para acabar tienes otra subida”, “si es que os metéis a hacer unas cosas…”, “lo de ahora no es nada, queda lo más duro!”, “vamos, yo dejaría la bici, pero claro aquí en mitad de ninguna parte…”.

Dani había tirado delante para no pillar el control de paso cerrado e intentar hacer la segunda crono. Nando me alcanza y sigue para adelante. Yo me quedo con unos chavales que ya había visto antes, intentando coger fuerza para la subida. Vadeamos el Aulencia, ahí, arriesgando sin bajarnos de la bici, y a subir. Mortal la subida, y a subir, y que hace calor. Quizá las rampas no son duras, pero a estas alturas, con 50 km en las piernas, 6 horas de ruta, todo es muy duro y cuesta arriba. Y tanto, porque alcanzo a Nando que está parado y eso que sigue subiendo. Era ese maldito efecto de pensar “ahí delante ya acaba” y ves que detrás hay otra subida. Y que a lo lejos, arriba, pedalea un ciclista. Vamos, que hubo un rato que me encontré mejor, pero acabé desfondado por completo, parado, sin aliento, pensando ya en la retirada en el control de paso.

Llegamos al control y nos ofrecen la posibilidad de seguir la ruta establecida, una bajada de unos km, y una subida “aún más dura de la que habéis hecho” nos indican, por la Urbanización “Las Cuestas”. Yo no puedo seguir más, pero no hay sitio para nosotros en la furgoneta de retirarse. Tomamos la opción de seguir por el “atajo” que era de 12 km, alguno más que la ruta oficial, pero más asequibles.

Y a partir de ahí fue todo un calvario. Llegamos a Colmenarejo, me paro, me retiro, no puedo más. Y Nando, cansino, animando, “un poco más!”, “si no queda nada”, “venga campeón!”, así hasta la saciedad ;-). Me dan calambres, mareos, que no estoy… pero prosigo. Hay que deshacer el camino que hicimos al principio. Subir un poco, hacer la bajada de Riochico y subir a Las Rozas. Yo no lo hago, y me subo a una furgoneta que me lleva al último avituallamiento (50 m me acercó) donde los de Protección Civil siguen “animando” incansables. Tengo que hacer la bajada montado en bici. Ya me despido de Nando, que acabará la ruta como un campeón. Mi cadáver lo recogerán en el Restaurante de Riochico, no puedo hacer ya la subida a Las Rozas, mi cuerpo no puede. Me sorprende la gente que pasa tras de mi, no se retira ninguno más.

 20092009_028 20092009_027

No eran ni 5 km, pero no es una derrota, iba a hacer 35 km y acabo haciendo 75 km, me he retirado, y lo tenía que haber hecho en Valdemorillo, porque desde ese pueblo la ruta no me ha gustado nada, muy dura, aburrida y desoladora. Comento la jugada con el conductor que me recoge, esperamos a que la carrera quede cerrada y me deja en meta donde me reúno con los compañeros de ruta que sí han completado la carrera. Nos comemos los macarrones dichosos y un bocata que nos hemos ganado tras permanecer en carrera, nada más y nada menos, que 8 horas. Ahí es nada!

Perfil Festibike 2009 *Datos de perfil y ruta, como siempre, de Dani

25 de agosto de 2009

Caminando con lobos: Sierra de la Culebra

ruta culebraLlevaba un tiempo queriendo hacer una ruta por la Sierra de la Culebra, en Zamora, pero no encontraba nadie por la red que hubiera hecho btt por allí, tan solo etapas de la vía de la plata, o rutas de pueblo a pueblo, pero ninguna por los innumerables caminos con los que cuenta. Así que saqué Google Earth, y haciendo zoom fui trazando una rutilla para una de las mañanas de mis vacaciones en el pueblo.

La Sierra de la Culebra es una Reserva Regional de Caza donde los corzos, los javalís y los ciervos campan a sus anchas sin más molestia que la guardería de la reserva, y la poca explotación de los pinares de repoblación de la zona. Como muchas de las zonas forestales de nuestro país se trata, en su mayoría, de bosques de repoblación de pino que han ido a sustituir (o recuperar) lo que antes eran robles, jaras y encinas. Aún quedan mánchas de éstos, pero bien es cierto que buena parte es pinar, aunque, al menos en intenciones, explotado sosteniblemente. En la zona también hay ganadería, y agricultura, de hecho la concentración parcelaria ha hecho que aparezcan caminos bastante anchos, muy visibles desde fotografía aérea, junto con los innumerables cortafuegos que se han construido.

Stitched Panorama

Y si juntamos estos ingredientes: caza acotada, ganadería, poca presión humana... obtenemos la recuperación del depredador más importante, para mí, de la Península: el lobo ibérico (Canis lupus signatus). Esta reserva resulta ser la zona de la Europa occidental donde mayor concentración de lobo existe.

Pero bueno, vamos a lo que es la ruta. Tras hablar con mi hermano, gran conocedor de la zona, y recopilando algunos paseos que he hecho por la reserva, decidí salir de Tábara, que ese día se encontraba en fiestas. Salí del pueblo pronto, madrugando, pero tardé en llegar una hora, y entre que esperé a comprar un buen pan, no empecé a pedalear hasta pasadas las 11:30, bastante tarde para el calor que estaba apretando estos días. Pero no había más problema que éste, porque no había más plan que disfrutar de un día entero por el campo.

La tónica de la ruta iba a ser constántemente la misma: parar en cada cruce, en cada hito, para comprobar en mi "mapa-imagen" dónde me encontraba. El siglo XXI ha llegado, pero de momento sólo me ha traído la imagen satélite. Pero había trazado un recorrido bastante intuitivo que recorría una de las entresierras (no llega a ser un valle) para pasar a la contígua y volver por ella. No había más meta que recorrer la zona.

Tras unas primeras dudas para coger los caminos que salían de Tábara, me dirijo hacia la Ermita de San Mamés, que me temo sigo sin reconocer. Para ello cojo un camino de concentración parcelaria, un tanto aburrido, que acaba junto a una dehesa pobladísima de helechos debido a la cercanía del nivel freático. Y amigos, humedad y calor, aparte de agobio, se convierte en mosquitos. Me persiguieron más de un kilómetro, pegados a mi, literalmente. Mú pesaos. Éstos desaparecen en cuanto empiezo a oír el canto de los abejarucos, que le dan color a un cielo terríblemente azul (por lo poco que filtraba la luz del sol). Cruzo un par de veces un arroyo que tiene acoplado un lagunajo, para tomar unos desvíos que me conducen ya por el camino definitivo.

DSCN9418 DSCN9420

Éste camino va a ir cruzándose con los cortafuegos, donde posíblemente, en un horario mejor, con calma y sigilo, se pudiera ver algún "bicho". Finalmente la bicicleta no es el mejor medio para recorrer la zona y disfrutarla, porque tienes que ir con el 90 % de tu atención al camino, y no te quedan ojos para mirar a los lados, donde, lo sé, se esconden ciervos y corzos.

El camino se estrecha y se hace bonito, pero no me engaño, a pesar de ser un camino, y de disfrutar en él, no es mi medio, este medio es el del lobo, y el de sus presas. Me siento observado en todo momento, como si un montón de ojos desorbitados estuvieran mirando, pasivos, a mi paso.

DSCN9426 DSCN9446

Entre cortafuegos y cortafuegos surgen, a derecha e izquierda algunos caminos que tienen buena pinta, pero que  seguro se pierden en los pinares o llevan a otra entresierra. Pruebo con uno, muy chulo, me tiro detrás de una oropéndola que quiere jugar con -migo hasta que sale a campo abierto. Éste camino vuelve de regreso y no me interesa.

DSCN9445 DSCN9439

DSCN9440-DSCN9441 - 4107x2194 - CCUL-Smartblend

Prosigo mi marcha planificada y cambio de "valle". Hago una bajada vertiginosa con un para de saltos y llego a un cruce de caminos que no reconozco en mis "mapas". Recorro un poco más el camino, ya de vuelta, y al llegar a una zona con caballos me doy cuenta que mi intención no era ir por aquí. Digamos que llegaría al mismo sitio, pero quería ir por un camino que discrurre a media ladera, más cerrado en el pinar. Así que asciendo ese par de saltos que antes había dado y cojo el camino, que con la velocidad, me había pasado.

DSCN9456 DSCN9457

 DSCN9461 DSCN9462 

Y sigo pensando que fue una buena elección, porque empecé pasándomelo bien en un camino más angosto, con la sensación más intensa de estar rodeado, pero me empezaba a sentir como Indi en la última cruzada, cuando el puente se derrumba a sus pies. Y es que el camino está sembrado de restos de rocas cuarcíticas y de pizarra, de tamaño medio, que no son estables al paso de las ruedas. Es verdaderamente costoso avanzar por este lugar, incluso a pie, por lo que sigo haciendo equilibrio para seguir pedaleando. Incluso las bajadas suaves son un inconveniente. Se hace eterno, pero tras cruzar un nuevo cortafuegos, el camino vira para la derecha y comienza a descender, primero suavemente para acabar pronunciándose su verticalidad, que sumado a la cantidad de piedras sueltas hizo que tuviera que bajar el sillín al estilo Dani, y fuera avanzando con las piernas colganderas fuera de las calas.

DSCN9469-DSCN9474 - 5635x2542 - CCUL-Smartblend

DSCN9475 DSCN9478

Ese camino termina, y ya estoy en el otro "valle". Ya son las 14 horas y voy justo de agua, evidentemente, si no sabes dónde están el par de fuentes naturales que hay no hay agua por el camino, y yo no lo sabía. Y me había reservado subir hacia la otra sierra hasta llegar a un cortafuegos por donde podría subir hasta el mirador de El Casal. Pero tras las primeras rampas el cuerpo no daba para más, sigo por la ladera y continúo sin hacer ese apéndice de la ruta.

 DSCN9481 DSCN9491

Desciendo haciendo un par de eses, hasta llegar al valle del que salí. Y ya dándolo todo, a ritmo (el que tenía) iba pensando que no había elegido el mejor horario, que no había visto mucho animal, en esto que se oye el golpe de maderas y huesos, y la tierra levantándose bajo unas pezuñas. Casi me los como, tres ciervos estaban regresando de abrevarse, cuando asustados por mi presencia se atrancaron en una cerca, quedando a pocos metros de mi. Me quedé atónito.

Continué el camino que se unió al que llevé al principio, pero intento trazar una alternativa. En esto que acabo llegando de nuevo a Tábara atravesando un par de explotaciones ganaderas y huyendo de los mastines que las custodiaban. Ya en el pueblo me vuelvo loco por encontrar una fuente, han pasado las 15:30, hará más de 38 ºC, y tan sólo un feriante por la calle que muy amablemente me indica dónde poder abrevar. 36 km, y muchos más por descubrir.

Track de la ruta

8 de julio de 2009

Monte de Urueña

Si en la entrada de los Cortados de Rivas, os hablaba de que había vuelto a donde empecé mis rutas por caminos, este domingo pasado volví a mi cuna ciclista, donde aprendí a montar en bici, donde me caí por primera vez y donde empecé en el mundillo de la bici de montaña.

Imagen354

Aprovechando unos días por el pueblo pensé en hacer una rutuilla chula, ahora que estaba más animado con las dos ruedas. Pero era muy lioso llevar mi bici para allá, así que había que recurrir a las que allí había. Y como esto del paseo en bici está empezando a ser un vicio, pues tan solo quedaba la antigua (pero actual) bici de mi primo, una McKinley prima hermana de la que tuve por Rivas.

No estaba en demasiado mal estado, le di una limpieza, la desengrasé, la lubriqué y repasé los elementos, y el mayor inconveniente fue hinchar las ruedas, pues no teníamos ninguna bomba de aire que funcionara para esas cámaras.
Y es que antes (y aún ahora) la gente salía en bici sin nada, sin herramientas, sin recambios, sin ropa de bici, sin casco… y se lo pasaba genial. Pero ahora salir sin bomba da un mal rollo… con todos los caminos llenos de abrojos…

Imagen336

Total, que con una bici que pesa mucho más de la que tengo ahora, sin suspensión delantera (sin suspensión vaya), sin frenos de disco, sin pedales automáticos, sin bomba, pero con pata de cabra, salí a explorar los caminos que nunca recorrí. Parece mentira…

Y me dirigí hacia Urueña, por rectos caminos interminables, llenos de piedras, totalmente expuestos a un tímido viento aún. Bordeé el cerro que corona la muralla, dejando a la izquierda los varios caminos que ascienden su ladera. Por ellos habían subido un grupo de ciclistas que distinguí por el brillo de sus monturas. Hoy no era el día de subirse ese cerro. Tiré por un par de caminos hasta que subí al monte que hay al este.

Subir costó lo suyo, con la mía no hubiera sido problema, pero no estaba. En este, cual Hidalgo, vi a lo lejos unos gigantes que movían sus brazos, y ante la falta de destino claro en la ruta, pues me dije "hasta los molinos y volver". Imagen335

Pues no estaban a tomar por culo los molinos ni nada! Empiezas a pasar cruces, tomar caminos, y que no llegas, y que cada vez estás más lejos, que el viento da de culo y se anda bien... En esto que enfilo una bajada y me presento en las naves de La Santa Espina. Me quedé asombrado porque los molinos ya ni se veían, y había llegado a un sitio conocido, pero de siempre tenido por lejano, así en un plis plas.

Era momento de dar la vuelta y regresar, pero habíamos venido a la aventura. Tras ascender por la carretera por no encontrar otro modo me empecé a meter por las sendas que penetran en el monte de jara y encina. Recuerdo cuando de pequeño me avisaban que si entrabas te perderías en la espesura o te comería un jabalí. El caso es que son caminos que utilizan los cazadores, con muy buena pinta para hacer una nocturna, veremos.

Me motivaban estos caminos así que insistí hasta encontrar la forma de ir regresando por ellos. Y por caminos que nunca había visto acabé saliendo al campo castellano, cereal puro. A tumba abierta  con confianza en la montura descendí la cuesta de la carretera que va de Urueña al molino, pero me acabé desviando antes de llegar para acceder hasta la finca que alguien se ha montado en la Casa de la Úrsula. Increíble la elegancia del lugar, el trabajo que tiene haber transformado el lugar de hacer botellones del pueblo en toda una casona rural, con palomar restaurado con tecnología de última generación. Estuve a punto de simular un pinchazo para entrar y que me contara cómo había llegado a eso.

Imagen337-Imagen353 - 5884x1721 - CCUL-Smartblend

Pero emprendí camino de regreso a casa, con un viento que ya soplaba con fuerza y me hacía esmerarme en las interminables rectas.

aerea

perfil

30 de junio de 2009

Piedra sobre piedra: pseudo-integral de La Pedriza (parte II)

No se pasó mala noche. Como es de costumbre cuando duermes en saco, te despiertas cada vez que cambias de posición. El suelo de la cabaña está rodeado de piedras de donde pueden surgir criaturas terribles en tus sueños. En esta ocasión el ratón de la cabaña no nos limpió la cubertería, pero posiblemente del aislante abandonado surgiera alguna que otra pulga que me picó el antebrazo. Lo que me surcaba el pelo por la mañana no era una jauría de opiliones, sino mis pelos azotados por la tenue brisa que se colaba por los troncos, refrescándo el ambiente. Vamos, que me desperté a las 6:55 jodío de frío. Pero bueno, un desayuno energético, colaboración en la repoblación del bosque y a recoger.DSCN9090

DSCN9086 A las 8 estábamos recargando las cantimploras y pimplándonos litros de agua pues en la ruta era complicado encontrarla. Suerte de  este maravilloso arroyo, que como el de los Poyos, nos surte de agua, pura, fresca y cristalina, junto a nuestros dormideros. Eso sí, no la embotelléis durante mucho tiempo ni la expongáis demasiado al sol, no vaya a ser que se reproduzca tanta pureza.

Comenzamos a subir el tramo de la PR-2 de 2 km que nos queda hasta las Torres. Aprovecho un tramo de cobertura para ponerme en contacto con Nando y Susana, que van a subir a esperarnos al Collado de la Dehesilla. Están de camino. Sobre las 12 hemos quedado con ellos, 4 horas más tarde.

IMGP1270

El camino es agradable, duro, pero se deja hacer bajo la sombra del pinar. Cuando éste termina, estaremos apunto de llegar al Collado del Miradero (1.878 m), antesala de Las Torres. Una vez aquí te deleitas con las maravillosas vistas. Ves La Bota y el camino que nos queda por recorrer. Conectas Las Torres de La Pedriza con las torres de la Castellana. ¡Qué contraste! Tomas algo de aire, observas la ruta que hace poco tiempo hicimos en bici por las Z's, en el otro valle. Divisas y fotografías toda la Cuerda Larga de la Sierra Madrileña, la Bola del Mundo, la Maliciosa, Cabezas de Hierro... un verdadero balcón, es comprensible el nombre que toma el collado.

IMGP1310

cuerda larga

Allí vemos a la primera persona que ha debido subir muy temprano, pues son las 10 de la mañana. Nos adelanta mientras dudamos si asomarnos a alguna torre o no. Finalmente desistimos, pues las últimas veces ya lo hemos hecho, y hay que escalar. Debemos continuar por el PR-1, las marcas amarillas y blancas que no son siempre fáciles de encontrar en este brezal lleno de piedras.

He sacado los prismáticos y pronto me llevo la primera sorpresa: una pareja de Buitres negros posados a escasos metros de nosotros. ¡Alucinante!

 IMGP1315DSCN9141

 cancho gavilanes IMGP1321

Proseguimos la marcha ascendiendo hasta casi los 2.000 metros, el gps se encarga a posteriori de recordarnos que no los hemos superado por escasos metros, pero no es nuestra meta hoy. Me despisto hasta asomarme al Collado de Matasanos, con una caída orientada al este espectacular. Pero tenemos que superar por detrás las cumbres, a través de los Canchos de los Gavilanes, hasta llegar a un patio sobrecogedor, el Circo Tiermes, colgado de lo más alto del Parque. Sobran las palabras, pero hay que estar allí para deleitarse con su esplendor.

IMGP1330

circo termes Tras las fotos comenzamos a bajar pedruscos, pero no podemos dejar de fotografiar la maraña de rocas que forman el paisaje.

DSCN9165DSCN9181 

DSCN9166

No encontramos El Dedo de Dios, pero sí su falo. Recibimos llamada de nuestros amigos. Ya están en el Collado de la Dehesilla, y no son ni las 11. A nosotros nos queda un rato largo, nos hemos entretenido a hacer fotos.

dsd el ventanilloCaminamos, dudando, hacia El Ventanillo, y algún tramo ya empieza a ser aéreo, haciendo uso de brazos y piernas. Llegamos al Collado de los Hoyos. A partir de aquí el camino va a ser muy duro, salvando en ocasiones fuertes desniveles a través de canales con piedras muy grandes, haciendo destrepes de unos cuantos metros. Empezamos a utilizar el verbo del día: "toca desmochilarse". Es realmente cansado, no sabes por dónde tirar, uno baja, generalmente Dani, le paso su mochila, luego la mía, y pruebo a bajar. Surgen pasos realmente complicados para gente poco experimentada en esto como nosotros, cansada y con mochila.

Volvemos a hablar como podemos con nuestros compañeros, van a subir a nuestro encuentro. Mientras prosigue nuestra ruta por el Collado de la U y el Collado de la Ventana, donde ya nos empezamos a cruzar a más gente. Volvemos a perder la senda, y a encontrar de nuevo las señales amarillas y blancas.

Nos encontramos una cabra que no nos quiera dejar pasar, se acerca a nosotros, y al final ocurre lo que tenía que ocurrir, sucumbe a nuestro bestialismo.

Nos despistamos con la anécdota y la gracia, pero toca seguir destrepando piedra, en ocasiones túneles y pasadizos estrechos difíciles de franquear, como el que hay después de la Pared de Santillán. Lo que son las cosas, hay gente subiendo en vertical y nosotros con este ritmo.

IMGP1364

Bajando hacia El Torro la situación se hace difícil. El cansancio es agobiante, tanto como pensar que nuestros amigos nos están esperando desde hace ya unas horas. Nando nos dice que subió a por nosotros pero que se dio la vuelta. Le damos un par de pistas para saber si ha estado por donde nosotros estábamos y parece que es así. Nos dice que estamos "a 10 minutillos". Son las 13:15 y seguimos bajando, como la moral.

IMGP1385DSCN9197  DSCN9194 DSCN9196IMGP1387 IMGP1389

Al final es más duro psicológicamente que físicamente el ver que nunca llegas. Lo que hace desconocer el camino. Me paro, tomo aire e intento recobrar fuerzas, si por mi fuera me paraba a comer ya mismo, pero hemos quedado. Junto a El Torro nos cruzamos con un hombre barbudo que nos despista y nos hace estar perdidos durante un cuarto de hora, lo que nos faltaba. Como algo, tengo hambre, prosigo.

IMGP1390 DSCN9202

DSCN9200_1Finalmente encontramos el camino, toca subir un poco. Deberíamos encontrarnos con Nando. Nada. Tras Matalevicial empezamos una bajada muy empinada, hay que agarrarse a las ramas de los árboles, descolgarse, saltar, agacharse, agarrarse al granito. Podría hacer el anuncio de Neutrógena sin trucos televisivos. Nos cruzamos con unos chavales, que me dicen que el Collado está "a 10 minutos". Ante el gesto de mi cara me dice que “subiendo, bajando serán 5”. Le explico que llevo 4 horas bajando piedras, desde Las Torres, y sus acompañantes no entienden cómo la Pedriza puede ser tan grande.

Finalmente, a las 14:30, tras un nuevo túnel (este sí) llegamos por fin, extenuados, al Collado de la Dehesilla (1.453m) a reunirnos con nuestros amigos.

Nos queda descansar, quejarnos, fliparnos, alucinar con la proeza y lo paquetes que somos, y recuperar fuerzas, comiendo y durmiendo. Mientras, los pacientes Nando y Susana se suben hasta la Pradera del Yelmo.IMGP1391

Cuando bajan les estamos esperando, para coger camino descendente (cómo no) hasta el Tolmo. El camino no tiene nada que ver con lo andado, pero el cansancio se acumula, también en nuestros amigos que se han subido al Yelmo como unos machotes. Tras observar “El Pájaro”, la fuente del Tolmo sacia nuestra sed, y de ahí, sin parar, a Giner de los Ríos, la Autopista de la Pedri y Cantocochino. 400 metros de desnivel nada desdeñables a estas alturas de la jornada.

DSCN9203 DSCN9208

Finalmente llegamos a los coches, hechos polvo (los coches, jua) a las 7 de la tarde. 24 horas después, con 1.000 metros de ascensión ensombrecidos por la tortura de los 1.000 metros de descenso. Y es que, ¡qué mal acostumbrados estamos a bajar con la bici!

DSCN9209