12 de enero de 2010

Completa jornada montañera

Con miedo aún de coger la bici, partimos el sábado con intención de preparar un poco las piernas ante la pateada que se nos avecina. Improvisamos el día anterior una ruta que podía tener tres variantes según lo que nos encontráramos. Y es que para el sábado daban solecito (sí, reconozco que fue mía la frase “para el sábado tenemos una ventana de buen tiempo”) en mitad de una semana pasada por nieve y con previsión de fuertes nevadas para el domingo. Eso sí, del frío no se iba a librar ni cristofer. Máximas de -1ºC y mínimas de -6ºC, con sensación térmica de -12ºC, pero, ¿para qué si no se hizo la ropa de abrigo?

DSC08142 Esta vez no fallamos los tres de siempre: Dani, Nando y el que suscribe nos íbamos para Valdemanco a intentar subir al Mondalindo. Cuando nos estamos acercando a La Cabrera una nube tapa toda la Sierra entre el Mondalindo y la Morcuera. En efecto, en cuanto salimos de la N-I el solecito nos abandona y comienzan a caer los copos. Cuando llegamos a Valdemanco la sombra de Valdemorillo se aproxima. Nos encontramos a Dani aparcado en la carretera que entra a Bustarviejo. Hay que decidir qué hacemos, esperamos unos minutos en los que la carretera se cubre de nieve y se manifiesta nuestro canguelo. La idea final: sacar un coche, el de Dani que era prestado, a La Cabrera, donde no nevaba, y dejar el mío en Valdemanco para dar un paseo.

Con intención dejamos el coche aparcado delante del Mesón que te da la bienvenida a Valdemanco, Restaurante El Cerrillo (Casa Santos). Empezamos la ruta a ver qué se puede hacer. La nieve recién caída es blandita, pero engaña, porque esconde placas de hielo bajo su manto. A la salida del pueblo la precaución ya es extrema, comienza el camino con algo de pendiente y mucho hielo. Piedrecitas que asoman y algunas hierbas son nuestras aliadas para asegurar el paso y avanzar. Quizá las primeras eses de salida sean las peores de la ruta, son empinadas y están muy heladas pues en muchos tramos fluye el agua por el camino.

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A ritmo de alpinista llegamos a una zona más cómoda y al abrigo de un pinar que parece transpirar. Esta zona es más llana, con nieve más fina y bastante bonita. Dejó de nevar y a lo lejos se ve Madrid, cómo no, con sus altas torres.

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Tras trazar unas cetas enlazamos con un sendero muy chulo por la ubicación y por lo nevado que estaba todo. Este sendero, tras cruzar una portuela, nos llevará a afrontar la subida al Cancho del Mondalindo, desde donde podemos apreciar que a nuestro alrededor se ha puesto a nevar, y pronto lo hará sobre nosotros.

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Desde que cruzamos la portuela y un riachuelo ha dejado de haber camino, y tan solo íbamos guiados por unas pisadas. Dudamos por donde hemos de continuar, siquiera por si debemos continuar. Y tras intentarlo damos la vuelta bajo ya una intensa nevada.

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Nos pertrechamos para protegernos de los -6ºC que marca el termómetro y enfilamos con mucho cuidado la bajada. Es más cómoda de lo que pensábamos porque te hundes mucho en la nieve, pero te destroza las rodillas. Cuando salimos a terreno más abierto podemos caminar más rápido pero con cuidado. El temor de todos es compartido: las eses que hay antes del pueblo.

Sería lo más complicado de descender, había que tener mucho cuidado con el hielo, aunque el sol que en ocasiones asomaba tímidamente, nos daba la pista mostrándonos el reflejo de las placas de hielo. Pero seguía nevando, y lo iba a hacer hasta que llegáramos al coche.

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Eran las 15:40, y la motivación con la que bajábamos se iba a hacer real: comer calentitos un buen trozo de carne. Y aquí llegó la grata sorpresa del día. Una comida de campeonato, rodeados eso sí de domingueros con la chiquillería. Nos sentíamos algo mejor por estar allí después de haber intentado ascender. Y nos metimos entre pecho y espalda una fastuosa ración de morcilla de cebolla, unas cremosas croquetas caseras y unas piezas de carne fantabulosas. Para mi un entrecot de unos cuantos centímetros y para mis compañeros unos chuletones de tamaño desproporcionado, por lo grueso de uno y lo extenso de otro. Disfrutad del reportaje del compañero.

Tras el chupito de rigor alucinamos con el montante de la factura, apenas 22 € por cabeza. Excepcional. Y cómo no, se nos calentó la boca durante la comida. Decidimos ir hasta Miraflores para ver lo bonito que estaba. Pero una vez allí decidimos subir hasta la Morcuera. Fue atardeciendo mientras ascendíamos el tramo final del puerto que en otras ocasiones habíamos pedaleado juntos.

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Arriba estaba todo muy nevado y ganó la apuesta Nando con sus -7,5ºC, ya que en el aparcamiento de Fuente Cossio el termómetro marcaba -9ºC!! La máquina quitanieves que nos precedía en la parte final de la subida dio media vuelta en el aparcamiento, y nos quedamos un par de coches en lo alto.

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Las fotos de rigor con un frío de escándalo y a decidir qué hacíamos. Subió desde la vertiente norteña un Mercedes con una mujer que nos pregunta que si se puede llegar a lo alto, que un poco más atrás había un par de placas de hielo. De donde veníamos la carretera estaba limpia, pero ni cortos ni perezosos y con disposición total a montar cadenas nos bajamos para Rascafría. A pocos metros, en la recta del Refugio nos encontramos con las placas de hielo. Como siempre hago, pruebo el agarre de los neumáticos: freno, el pedal tiembla, el coche sigue adelante, el motor se cala, el coche sigue adelante, y así poco a poco hasta que consigo pararlo.

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Afortunadamente era el único inconveniente que nos encontraríamos hasta el pueblo. El resto, con tranquilidad y despacito era disfrutar de las bellas estampas que el paraje nos regalaba.

DSC08318 Una vez en el pueblo visita al Monasterio del Paular, unas fotos en el puente del perdón y a meter algo calentito al chuletón.

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No encontrando la entrada al Parador del Monasterio, decidimos ir a Rascafría, donde hace casi un año nos tomábamos una cervecita en la terraza, hoy nos metíamos al cuerpo un delicioso chocolate de menta o almendras con roscón y galletas. ¡Para qué maltratar más al cuerpo!

Qué feliz y a gusto nos encontrábamos, indescriptible! qué paz! calorcito… “OH!” No nos podíamos mover del asiento y ya pensábamos en saborear una dulce limonada acompañada de una sugerente empanada de setas, pero la prudencia nos sobrevino y decidimos tomar camino de vuelta antes de que cayéramos en las congeladas manos de Morfeo.DSC08255 

Muy santo compañeros!

PD: gran parte de las fotos como siempre de este señor:

1 comentario:

  1. De pegada, la verdad que como siempre, las grandes jornadas salen sin pensarlo.

    Fantabulosa crónica, espectaculares fotos y a repetir, no?

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