15 de febrero de 2010

15 febrero 2010: Mildford Sound.

Hoy nos hemos levantado con bastante frío, de nuevo, el verano del sur no es nada caluroso. Ya han pasado muchos coches camino de Mildford Sound, son las 8 de la mañana y la guía nos recomienda salir antes de que la avalancha de turistas en autobús se nos eche encima.

Vamos siguiendo al pie de la letra lo que nos va diciendo la Lonely Planet. La carretera discurre por una de las morrenas laterales del glaciar que formó el Lago Te Anau, el segundo lago más grande de NZ

Tras pasar un tramo despejado de árboles y con pasto amarillento que tenía unas buenas vistas de las montañas, ya podemos observar que la carretera está llena de autobuses. Hecho que corroboramos cuando nos detenemos a contemplar el Mirror Lake y el motivo de su nombre.

La siguiente parada la hacemos al sur del Lago Gunn, en un paraje conocido como Cascade Crek. Aquí vamos a recorrer un sendero de unos pocos kilómetros por mitad de un tupido y misterioso bosque de hayas. Las hayas de aquí no son como las europeas, no sé si decir que son falsas hayas, no son del género Fagus sino del Nothofagus. Sus hojas son más pequeñas, lo árboles mucho más altos, aunque el efecto filtrante de la luz es el mismo que en nuestras conocidas latitudes. El bosque es precioso, aunque es difícil hacer buenas fotos con tan poca luz, espero que las de mis compañeros estén bien. En cuanto te detienes comienzas a escuchar todo tipo de ruido generado por el viento, y el diverso trinar de los pájaros envuelve todo. Nos asomamos al Lago Gunn, con un agua cristalina como nunca había visto.

En una hora hemos hecho la caminata, toca avanzar km hacia Mildfor. Al pasar el desvío de la conexión con la Routeburn Track y la ruta a Key Summit, la carretera gira a la izquierda adentrándose en el valle del río Hollyford. En seguida aparecen una par de miradores desde donde observamos las cumbres nevadas de la zona, con sus glaciares, y un solecito que empieza a pegar muy agradable.

Ahora llegamos al túnel más famoso de la zona, el Homer Tunnel de más de 1.200 m que cruza unas paredes verticales de escándalo. Aprovechamos para tomar unas fotos antes de pasar, hay hielo a un lado con una cueva, y al otro un circo glacial desde donde se descuelga una cascada que parece acabar en una porción de hielo. Recorremos un sendero que nos sabe a poco, y tras tomar unas fotos nos decidimos a intentar subir hasta la cascada. Pero no hay camino, y tenemos que ir sorteando agujeros y saltando piedras. Tras una subida por un pedregal Dani y el primo se arrepienten de seguir pues siempre queda un poco más para llegar. Yo decido darle otra oportunidad hasta el siguiente saliente y así, roca a roca, acabo llegando al reducto de glaciar.

La bajada va a ser más rápida, ágil entre las rocas, pero cansada, acabo en la base del aparcamiento donde hemos dejado la caravana y me están esperando, y no encuentro la forma de subir. Acabo a cuatro patas agarrado a las rocas trepando como un gato, y con algún susto y resbalón, pero acabo llegando extenuado.

Nos vamos quedando sin tiempo, tenemos el crucero del Mildfor Sound a las 15.15 y tenemos que estar allí con suficiente antelación. Esperamos delante del semáforo el tiempo necesario para que se vacíe, es de un solo carril y de él salen y entran multitud de autobuses que pasan con sus techos rozando la roca vista de las paredes del horadado túnel.

La bajada después es espectacular, con verticales paredones que rozan las leyes físicas. Se hace difícil controlar la caravana con esta pendiente, pero el primo se va haciendo con ella. Antes de llegar a Mildford nos detenemos en The Chasm para visitar una garganta de aguas cristalinas.

Ya en Mildford tenemos el tiempo suficiente para recoger los tickets del barco y comer un perrito. El barco zarpa puntual, con bastante gente. Por delante un crucero de una hora y media por el archifamoso en la zona Fiordo Mildford.

Debió ser que llevábamos el listón muy alto, o grandes expectativas, pero nos supo a poco el crucero. El sol brillaba en el cielo, y por una vez de vacaciones, esperaba que lloviera, como era lo habitual en un lugar donde la precipitación media anual es de 7.000 cm, para que todas las paredes del fiordo se llenaran de cascadas como yo lo había soñado. Pero no iba a ser así, y nos contentábamos con el majestuoso escenario, visionar las paredes e imaginar por dónde caería el agua si lloviera. La vegetación es exuberante, y no entiendo cómo puede agarrar tanta planta en una pared vertical por completo.

El barco nos asoma hasta el Mar de Tasman, que veo en primera fila en la proa del barco. Fue un buen momento para colocarse ahí porque en cuanto dio media vuelta viró hacia una colonia de focas que pude ver a escasos metros. Después se acerco a una cascada que nos empapó a todo los que estábamos delante, bastante espectacular. Lo demás era muy bonito, pero lo dicho, esperábamos más, más cascadas, más aves, más focas, delfines o pingüinos como habíamos oído que podíamos ver.

Son las 5 y toca regresar hacia Te Anau, pero antes recorremos el camino que da acceso a la ruta del Hollyford Track. 18 km  de camino recto que al final se hace pesado. Pero de camino paramos en un puente colgante y nos divertimos tambaleándonos. Al final de la carretera esperábamos encontrar una cascada, pero resulta que hay que hacer una ruta de 30 minutos para verla, y ya vamos justos de tiempo. Toca regresar, y con prudencia, por la carretera y porque va quedando poca gasolina y no hay gasolineras por el camino, solo una de emergencia, que no sabemos qué significará.

En Te Anau hemos ido a hacer noche a un camping Top 10, sin arriesgar, al lujo, y nos hemos encontrado con una de las dependientas que era argentina. Ahora tocará desparasitarse, y a ver si se me quita este horroroso picor que tengo en las manos, qué de picaduras de las putas moscas de la arena, oh!

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